...y aquí, después de pasar la noche con mi muchacha me he despertado y no estas; he de rehacer de nuevo mi conducta después de seis días, olvido atrás aquellas botellas de ron y ese pelo enredado en mis bajos, renuevo el momento para recoger mi teléfono roto, pero se te ha olvidado un detalle, haz olvidado tu pequeña agenda de números debajo de tanta sabana, solamente pienso; volveras.
...por el camino pienso en aquel maldito mensaje de John Miro, ¿despues de tantos años guardaba mi número?, su incesante estupidez no deja huella en mi persona, despues de todo, solo fuimos compañeros en pequeñas aventuras musicales, como todo buen adolecente y su banda de rock en el garaje.
El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente auto destrucción, aunque la mayoría de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos, pero después de tantos años, se que no es un odio eventual y menos pasajero.
El odio no es justificable desde el punto de vista racional porque atenta contra la posibilidad de diálogo y construcción común. Dejando todos estos pensamientos a un lado, me dispongo a entrar de nuevo en el local, El Tacón Dorado, donde en este momento suena musiquita de JohnFruciante. Al entrar lo primero que hago es fijarme en el holograma donde el señorito Peter, todavía ceñido a las reglas del bucle fija su incesante mirada a la copa. Me acerco a la barra, donde Jorch sonríe.
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-Jack, dentro de ti...
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Parece que siempre me quedo a medias pues el trabajo no esta hecho. Hasta la mas simple tarea tiene que hacerla uno mismo, pues contemplo mi movil intacto al lado de la caja, jorch me sonríe de nuevo y alzando la mano, me devuelve el movil y una tarjeta, donde leo el numero de Peter Roswel; un arsenal de paciencia órbita sobre mi pequeño ego donde mi colección de fantasias sonríen con esa carcajada sarcástica.
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-Jack, llámalo ahora mismo, creo que es ese beso que tanto esperas.
jueves, 25 de noviembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
...la memoria de Jack. 2º
...y encerrado en esta jaula de cemento, sigo escuchando esa música de fondo, tecleada con unas manos conocidas desde mi pasado, y aquí me situó a darme la vuelta, para contemplar el dulce olor del recuerdo; y en el instante donde decidí ver ese rostro, la domadora tomo la delantera para dilatar mis pupilas al son que sus manos tapaban mis ojos y describían con suaves palabras al oído mi nombre, Jacky.
Mi memoria tembló de repente, una sacudida de deseo y afirmación destapaban mis ojos para poder girarme para besarla. Quería decirle tantas cosas, tantos recuerdos encerrados, pero la lengua y mis manos visitaban ese cuerpo después de tantos años. En segundos calme la ira de tantos años, un esfuerzo de depresión eliminado en un segundo de satisfacción. Y ahí en este mismo instante dijo aquella frase grabada en mi memoria.
-Nos tomamos un café, Jack.
Yo afirme con la cabeza, contemplando que la muchacha, aquella muchacha era mi niña, y entre tanto, saque unos pocos billetes de mi bolsillo y lo solté en la barra, pagando así, lo pedido. No obstante, no había dejado de pensar en aquel muchacho del Holograma, donde su repetitiva conducta, no dejaba de alucinarme, en algunos momentos se me iban los ojos a su rostro mientras besaba a mi querida amiga, pero por ahora todo esto solo quedaría en mi mas extraño cobijo. El silencio visito durante unos instantes el panorama del momento, donde la escarcha de frió dejo por los labios de ambos una dulce mentira, pues ambos sabíamos de que pierna cogeamos. Pero en un instante...decidimos seguir.
-Jack, no olvides tus botellas.
-Las cogeré a la salida, Jorch, puedes hacerme un favor.
-Si claro.
-Rompe este móvil, mañana volveré por aquí.
-Vamos Jacky
-Vamos, mmm, ¿ahora como te llamas pequeña?
-solamente llámame por esta noche Star Blaze.
Mi memoria tembló de repente, una sacudida de deseo y afirmación destapaban mis ojos para poder girarme para besarla. Quería decirle tantas cosas, tantos recuerdos encerrados, pero la lengua y mis manos visitaban ese cuerpo después de tantos años. En segundos calme la ira de tantos años, un esfuerzo de depresión eliminado en un segundo de satisfacción. Y ahí en este mismo instante dijo aquella frase grabada en mi memoria.
-Nos tomamos un café, Jack.
Yo afirme con la cabeza, contemplando que la muchacha, aquella muchacha era mi niña, y entre tanto, saque unos pocos billetes de mi bolsillo y lo solté en la barra, pagando así, lo pedido. No obstante, no había dejado de pensar en aquel muchacho del Holograma, donde su repetitiva conducta, no dejaba de alucinarme, en algunos momentos se me iban los ojos a su rostro mientras besaba a mi querida amiga, pero por ahora todo esto solo quedaría en mi mas extraño cobijo. El silencio visito durante unos instantes el panorama del momento, donde la escarcha de frió dejo por los labios de ambos una dulce mentira, pues ambos sabíamos de que pierna cogeamos. Pero en un instante...decidimos seguir.
-Jack, no olvides tus botellas.
-Las cogeré a la salida, Jorch, puedes hacerme un favor.
-Si claro.
-Rompe este móvil, mañana volveré por aquí.
-Vamos Jacky
-Vamos, mmm, ¿ahora como te llamas pequeña?
-solamente llámame por esta noche Star Blaze.
lunes, 22 de noviembre de 2010
...la memoria de Jack. 1º
...la memoria de Jack.
Y realmente estaba situado al lado de mi dios, y aquel muchacho, estaba realmente bien...su gesto era implacable, su mirada se dirigía constantemente a la copa, el aire que respiraba no tenia sustancia...pues allí el realmente no estaba. Y mi mirada clavada en su holograma subsistia con el ansia de tragar de su cigarro, allí asomando su calzoncillo de rallas, con su camisa ceñida y esos pantalones de tubo de color negro...me parecía encantador.
-una copa Jack?
-claro, ya sabes...lo mismo de siempre con mucho hielo...¡oye! ¿sabes quien es este chico?
-claro, es el holograma de Peter Roswel.
Ya sabia su nombre, Peter, era un gran paso para conocer a los dioses. Su cara era hecha a mi prototipo, dibujado por los grandes, pues las patillas continuaban formando parte de su barba, su gesto facial sonriente cual caballero desbocado, y esa mirada, que me convencería para ver una película dándonos mimos en cualquier sábado de fiesta.
Miro mi copa y sigue vacía, veo que camarero esta ocupado hablando con una señorita que esta al fondo de la barra, me suena su voz, pero ahora solo medito en este pequeño regalo. Me suena el teléfono y veo que es un mensaje escrito de Jhon Miro, un antiguo colega de aquellos viejos tiempos, donde la locura juvenil te hace montar una banda de rock.
Estaré este finde en la ciudad, te apetece?
Veo que esto mejora, escucho una música tocada por el viejo piano del local, esa melodía tan conocida, esta canción tecleada, me trae viejos recuerdos de aquella muchacha. Y vuelvo al mensaje, preguntándome si lo quiero ver, Jhon Miro, cuantos años, y cuanto hiciste que me obligo apartarme de ti.
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-suena el movil
Y realmente estaba situado al lado de mi dios, y aquel muchacho, estaba realmente bien...su gesto era implacable, su mirada se dirigía constantemente a la copa, el aire que respiraba no tenia sustancia...pues allí el realmente no estaba. Y mi mirada clavada en su holograma subsistia con el ansia de tragar de su cigarro, allí asomando su calzoncillo de rallas, con su camisa ceñida y esos pantalones de tubo de color negro...me parecía encantador.
-una copa Jack?
-claro, ya sabes...lo mismo de siempre con mucho hielo...¡oye! ¿sabes quien es este chico?
-claro, es el holograma de Peter Roswel.
Ya sabia su nombre, Peter, era un gran paso para conocer a los dioses. Su cara era hecha a mi prototipo, dibujado por los grandes, pues las patillas continuaban formando parte de su barba, su gesto facial sonriente cual caballero desbocado, y esa mirada, que me convencería para ver una película dándonos mimos en cualquier sábado de fiesta.
Miro mi copa y sigue vacía, veo que camarero esta ocupado hablando con una señorita que esta al fondo de la barra, me suena su voz, pero ahora solo medito en este pequeño regalo. Me suena el teléfono y veo que es un mensaje escrito de Jhon Miro, un antiguo colega de aquellos viejos tiempos, donde la locura juvenil te hace montar una banda de rock.
Estaré este finde en la ciudad, te apetece?
Veo que esto mejora, escucho una música tocada por el viejo piano del local, esa melodía tan conocida, esta canción tecleada, me trae viejos recuerdos de aquella muchacha. Y vuelvo al mensaje, preguntándome si lo quiero ver, Jhon Miro, cuantos años, y cuanto hiciste que me obligo apartarme de ti.
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-suena el movil
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