sábado, 29 de mayo de 2010

Jack Mcbises, 3º Parte

-Jack, olvidaste decirme lo que sientes.
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Reconocible, invivible, asustadiza, variable, descontrolada...así es el último recuerdo del instante en el que compartimos miradas que cambian de color al son de los sentidos. Los minutos pasan y no llega.
La alarma suena, nos avisan de que el toque de queda es anulado, ya es de día; suenan voces de lamento, voces de hambre, voces amanecidas, los nuevos coches en sus railes pasean por las paredes de los edificios, las tuberías gotean y salpican en las ventanas devastando la estúpida tecnología monocromática. Obsesionado busque conectado alguna pista para encontrarte, observo mundos despistados con efectos difíciles, realidades con textos cuyo significado puede que no sean mío, pero inculto estoy atento hasta la negación del momento.
Me desconecto, se enciende la televisión con solo decir su nombre, el pastor en su prédica le dice a sus feligreses que Dios quiere que seamos prósperos, que vivamos en abundancia, que seremos bendecidos si creemos y damos testimonio. Dios quiere que seamos felices. Pero debemos recordar que esta él, vuelvo a mencionarla para que se apague, me resulta absurdo ese lenguaje.
Parece que mi vida es un carrusel sin sentido.

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